Carlos
Verdugo
El siguiente ensayo expone algunas de las tesis principales de Karl Popper. En especial, se
reseña su original e influyente concepción de la ciencia, su método y sus objetivos.
Popper
se hizo célebre, sobre todo, como filósofo social y político, y como filósofo
de la historia e historiador de la filosofía. Pero jamás se consideró a sí
mismo, primariamente, un filósofo de la política sino, más bien, un filósofo de
la ciencia.
Aquí el ensayo
Una
de las principales tareas de los filósofos en este campo consiste en formular
ciertas “metodologías” o “lógicas del descubrimiento”. Estas metodologías no
deben entenderse como un conjunto de reglas para resolver problemas
científicos; tampoco para desarrollar hipótesis o teorías exitosas sino, por el
contrario, deben considerarse como un grupo de reglas para la evaluación de
teorías ya existentes y articuladas. Dichas reglas pueden comprenderse, además,
como “teorías de la racionalidad científica”, “criterios demarcatorios” por
ejemplo, para distinguir la ciencia de la pseudo-ciencia o, sencillamente, como
“definiciones de la ciencia”.
En
otras palabras, la reflexión filosófica acerca de la ciencia es de carácter normativo,
intenta establecer en qué consiste una buena o legítima
explicación científica; nos proporciona ayuda para responder dos preguntas:
¿cuál es la naturaleza del progreso científico?, ¿en qué consiste la
racionalidad de la ciencia? De esta manera, lo que distingue la reflexión
filosófica acerca de la ciencia de, por ejemplo, la historia, la psicología o
la sociología de la ciencia, es su naturaleza normativa.
En
este sentido Popper puede considerarse un filósofo “clásico” de la ciencia,
esto es, parte de un grupo de pensadores interesados en proponer metodologías o
filosofías de la ciencia tales como Mach, Peirce, Poincaré, Duhem, Schlick,
Carnap y otros escritores más recientes. Todos ellos procuraban establecer una
base racional para la práctica científica o, como Popper, determinar las
“reglas del juego científico”.
Cuando
Popper publica en 1934 su Logik der Forschung, su propuesta metodológica
debió enfrentarse a una influyente metodología o filosofía de la ciencia
alternativa: el inductivismo, representado especialmente por el Círculo de
Viena.
Por
razones obvias, no podemos ofrecer aquí una exposición completa de todos los
principales elementos que componen la filosofía de la ciencia de Popper, pero,
sin duda, una de las características más conocidas de la filosofía de la
ciencia o de la epistemología de Sir Karl Popper —así como quizá, la más
criticada— es su posición anti-inductivista.
De
hecho, el anti-inductivismo de Popper, esto es, la radical tesis de que la
inducción no juega ningún rol importante en la ciencia, fue defendida por él
desde 1932 hasta su muerte. En este sentido, ninguna exposición del pensamiento
de Popper puede dejar de examinar su rechazo total de la inducción.
Esta caracterización de las metodologías
científicas se encuentra en la obra de Imre
Lakatos, The Methodology of Scientific Research
Programmes, (Cambridge: Cambridge University Press, 1978) p. 103.
Para
esta descripción de Popper como filósofo “clásico” de la ciencia véase Robert
J.
Ackermann, The Philosophy of Karl Popper (Amherst:
University of Massachusetts Press,
1976)
p. 1.
Este
libro es uno de los mejores exámenes críticos semi-técnicos del pensamiento
de
Popper.
Nos referimos al primer libro de Popper
escrito en 1932, considerado en ese momento
como
el primer volumen de Die beiden Grundprobleme der Erkenntnistheorie (Los
dos
problemas
fundamentales de la teoría del conocimiento).
Este volumen estaba dedicado al problema de la inducción. Logik der
Forschung (1934) fue un extracto de esa primera obra que fue publicada finalmente
en 1979 (Tübingen: J.C.B. Mohr Verlag, 1979).
Popper
y la inducción
En
realidad, por más de sesenta años, Popper intentó mostrar (con éxito según
algunos, sin éxito según otros) la imposibilidad de llevar a cabo los
siguientes programas:
(a)
Una lógica del descubrimiento de corte inductivista;
(b)
Una lógica de justificación inductivista;
(c)
Un criterio inductivista de demarcación entre las ciencias empíricas y otros
sistemas de enunciados (metafísica y seudo-ciencia).
El
programa (a) tiene que ver con algunas concepciones sobre cómo deben
proceder los científicos para poder llegar a descubrir leyes,
teorías, o relaciones causales. Según una visión aún popular y que se
remonta hasta Francis Bacon (siglo XVI) y sus Tablas de Investigación,
así como a los Canones de J. S. Mill (siglo XIX) el científico debe
realizar su investigación a través de los siguientes pasos:
Observar
y registrar fielmente, sin preconcepciones ni prejuicios, todos los hechos
relacionados con el fenómeno de estudio (o realizar experimentos cuyo objetivo
es obtener observaciones controlables y medibles en alguna área
semidesconocida);
Analizar
y clasificar los hechos observados (de nuevo, sin la interferencia de ideas o
teorías previas);
·
Derivación inductiva de
generalizaciones a partir de (2), por ejemplo, si se ha observado que el objeto
A se presenta constantemente acompañado de la propiedad B, derivar la
generalización: todos los A tienen la propiedad B. En otras palabras, inducir
una generalización a partir de los hechos observados;
·
Comprobación o
verificaciones posteriores de las generalizaciones, esto es, confirmar la
generalización buscando más observación.
Carl
Hempel, originalmente un destacado miembro del así llamado “Grupo de
Berlín”,
aliado del Círculo de Viena, y uno de los pocos filósofos germano-americanos
que aún defienden algunas tesis del positivismo lógico (aunque ha sido uno de
sus principales innovadores críticos), no sólo ha llamado a esta concepción “la
concepción inductivista estrecha de la ciencia”, sino que la ha rechazado
totalmente.
A
este método, que consistiría en encontrar enunciados generales (leyes o
teorías) a partir de un conjunto de observaciones o datos particulares, se le
conoce como inducción. Pues bien, para Popper tal método científico no existe.
No hay un método lógico o una lógica del descubrimiento científico, en el
preciso sentido de un procedimiento para descubrir nuevas leyes o teorías (una
especie de “lógica de creación”, como la ha
llamado
Magee). Sobre ésto Popper expresaba lo siguiente:
Sin
embargo, mi opinión del asunto —valga lo que valiere— es que no existe, en
absoluto, un método lógico de tener nuevas ideas, ni una reconstrucción lógica
de este proceso. Puede expresarse mi parecer diciendo que todo descubrimiento
contiene “un elemento irracional” o “una intuición creadora” en el sentido de
Bergson. Einstein habla, de un modo parecido, de la “búsqueda de aquellas leyes
sumamente universales [...] a partir de las cuales puede obtenerse una imagen
del mundo por pura deducción. No existe una senda
lógica
—dice— que encamine a estas [...] leyes. Sólo pueden alcanzarse por la
intuición, apoyada en algo así como una introyección
Ahora
bien, ¿en qué consiste una lógica de justificación inductivista? Como hemos
visto, no sólo Popper, sino muchos otros filósofos y científicos, han rechazado
la existencia de una lógica inductiva de descubrimiento, basada en
generalizaciones de datos particulares u observaciones. Por otra parte, nadie
parece negar que hay leyes científicas tan simples como “todos los metales se
dilatan con el calor”. Al margen de cómo hemos llegado a ellas, casi todo el
mundo no sólo parece actuar en conformidad con tal ley, sino que
estaría
dispuesto a decir que lo hace porque cree que ella es verdadera.
Es en este preciso punto donde surgen las
siguientes interrogantes: ¿sobre qué base
estamos
justificados en creer que tal ley (o cualquier otra) es verdadera?
La
inducción como método no debe confundirse con la inducción como forma de
razonamiento o de inferencia.
Es
preciso destacar que tanto el positivismo lógico como Popper han negado la
existencia de una “lógica del descubrimiento”. También tienen en común entender
que la filosofía de la ciencia no debe preocuparse ni de los procesos
psicológicos que están a la base de la invención científica ni de los factores
históricos, sociológicos o políticos. Estos últimos son parte del “contexto del
descubrimiento” y deben ser estudiados por las ciencias empíricas.
Desgraciadamente,
Popper no parece haber reconocido este común “anti-inductivismo” que compartía
con los positivistas lógicos.
¿Estamos
justificados en pasar de la observación directa de muchos metales individuales
que hemos calentado y se han dilatado a una ley o generalización que incluye
casos todavía no observados? O, dicho de una manera más técnica: ¿hay un
argumento válido que nos permita pasar, de enunciados observacionales
singulares, a leyes o enunciados universales y teorías científicas que se
refieran a casos no observados?
Éste
es el famoso problema de la inducción formulado por Hume en el siglo XVIII.
Hume sostuvo que, sin importar cuán grande pueda ser el número de enunciados
singulares observacionales que sean verdaderos, ellos no implican, lógicamente,
la verdad de un enunciado universal que trascienda el número de enunciados
singulares o que se refieran a instancias no observadas.
Popper
aceptó el argumento de Hume en contra de la inducción, esto es, que tal
argumento demuestra que no hay esperanzas de que podamos encontrar o disponer
de razones positivas para creer en la verdad de nuestras leyes o
teorías científicas.
Cuando
enfrentamos el tipo de interrogantes formuladas más arriba, estamos en el
contexto de validación o justificación. Una lógica de justificación es un
intento de responder a tales preguntas; consiste en mostrar las razones que
tenemos para creer en la verdad o falsedad de nuestras leyes y teorías, o para
aceptar o rechazar una nueva hipótesis como parte del conocimiento científico.
La
respuesta dada por los positivistas y que, en realidad, es la respuesta
estándar de la gran mayoría de filósofos y científicos es la siguiente: es
cierto que no existe (lógicamente) modo alguno en que una ley pueda ser
concluyentemente verificada y, por consiguiente, no podemos creer ni confiar en
forma absoluta que ella sea verdadera. Pero eso no invalida el hecho de que, en
la medida que hacemos más y más observaciones, no podamos llegar a decir: “esta
ley ha sido comprobada tantas veces que podemos tener gran confianza en su
verdad. Es una ley bien establecida, bien fundada”. En otras palabras, si bien
una ley no puede ser estricta o concluyentemente verificada puede, por lo
menos, ser confirmada.
Una
lógica de justificación o validación inductiva se fundamenta sobre la idea de
que, si bien los datos u observaciones no suministran evidencia deductivamente
concluyente para las hipótesis generales, entre ellas, las leyes científicas,
esos datos les pueden otorgar, no obstante, un “apoyo inductivo” o una
confirmación más o menos fuerte.
Una
de las figuras más importantes del Círculo de Viena, y amigo de Popper, Rudolf
Carnap, emprendió un programa de justificación inductiva que debía ser capaz de
establecer valores cuantitativos del grado de confirmación que podían tener,
por ejemplo, dos leyes. Este sistema de lógica inductiva, basado en el cálculo
matemático de la probabilidad, nos permitiría establecer que una ley tiene,
digamos, 0.8 grado de confirmación, mientras que la otra, sólo 0.2, en relación
con cierta evidencia observacional.
Desde
el comienzo de estos intentos, realizados por Carnap y otros filósofos no
positivistas, Popper se opuso radicalmente a la idea de una lógica inductiva.
Independiente de las críticas de Popper, este programa iniciado en los años 50
jamás ha logrado superar serias dificultades formales y materiales.
Según
Popper, Hume ha mostrado concluyentemente, no sólo que ningún conjunto de
observaciones particulares puede verificar un enunciado general, sino que este
último tampoco puede ser parcialmente justificado, o convertirse en probable
sobre la base de instancias particulares confirmatorias.
La
lucha de Popper en contra de una lógica de justificación inductiva tomó nueva
fuerza a partir de 1983, con una serie de artículos escritos con David Miller, destinados
a mostrar que la inducción probabilística es imposible.
Por
último, sobre el programa inductivista de demarcación es preciso exponer los
siguientes antecedentes. Según nos relata Popper, fue en 1919 cuando comenzó a
preocuparse del siguiente problema: ¿cuándo una teoría debe ser calificada de
científica? o ¿existe algún criterio para determinar el carácter o estatus
científico de una teoría? La respuesta a este problema podría ayudarle, además,
a distinguir (o a demarcar) la ciencia de la pseudo-ciencia.
Otro
modo de formular la preocupación de Popper consiste en decir que él quería
encontrar un modo de separar las ciencias empíricas de otros sistemas, tales
como las ciencias formales, la metafísica y la seudo-ciencia.
En
esos años, la respuesta generalmente aceptada era que la ciencia se distinguía,
por ejemplo, de la seudo-ciencia —o de la metafísica— por el método empírico,
de carácter esencialmente inductivo, esto es, que procedía a partir de la
observación o el experimento.
Pero,
¿qué pasaba con las distinciones anteriores si alguien, como era el caso de
Popper, no creía en la inducción, ni tampoco en que ella jugara un papel
importante en la ciencia? Evidentemente que el rechazo de Popper, tanto al
método inductivo como a la inducción en el sentido de forma de argumentación de
lo particular a lo general, lo llevó a proponer que el carácter distintivo de
las teorías científicas era la refutabilidad, la falsicabilidad o la
contrastabilidad empírica. Según este criterio, un sistema de enunciados es
científico sólo si admite la posibilidad de que alguna observación lo refute,
esto es, pueda mostrar que es falso. Así, para Popper, ninguna teoría nos puede
decir algo sobre el mundo empírico a menos que sea capaz, en principio, de
chocar o de entrar en conflicto con ese mundo, y esto significa, precisamente,
que debe ser refutable.
En
resumen, una teoría habla sobre la realidad empírica sólo en la medida en que
le pone límites a esa realidad, esto es, que prohíbe la ocurrencia de ciertos
sucesos.
Como
hemos visto anteriormente, Popper rechaza la concepción inductivista de la
ciencia. Pero, hay otra visión de la ciencia que Popper considera insostenible
a la luz del desarrollo moderno del conocimiento científico, así como también
por el derrumbe de ciertas doctrinas epistemológicas.
Según
esta visión, la ciencia sería un sistema de enunciados absoluta e
irrevocablemente verdaderos, o un cuerpo de teorías comprobadas, es decir, de
teorías cuya verdad ha sido concluyentemente probada, incapaces de ser
derrocadas o sustituidas por otras.
Popper
ha denominado esta posición “la concepción autoritaria del conocimiento
científico”. Para esta concepción, sostener que el conocimiento científico sea
conjetural y corregible, despoja a la ciencia de la posibilidad de ser
conocimiento “real”. Popper rechazaba decididamente esta doctrina apelando al
desarrollo actual de la ciencia. Creía que como resultado de la revolución
desencadenada en la física por Einstein, la visión actual de la ciencia es, más
bien, que todas las teorías científicas son esencialmente conjeturales,
hipotéticas y corregibles, por lo cual, nunca podemos estar seguros de que las
teorías más establecidas y aceptadas no puedan ser reemplazadas por mejores
aproximaciones a la realidad. Por ejemplo, sostiene Popper, a pesar de que
jamás ha habido una teoría más exitosa y comprobada como la de Newton, la
mayoría de los físicos de hoy estiman que la teoría gravitacional de Einstein
constituye un mejoramiento de la de
Newton
y que, por lo tanto, hay un real proceso de corrección, mejoramiento y progreso
de teorías científicas. Como primer paso Popper señalo el siguiente proceso
para obtener conocimiento científico:
El
científico se enfrenta o selecciona un problema interesante o importante. A
continuación propone una solución tentativa o conjetural en la forma de una
hipótesis o de una teoría científica. El próximo paso consiste en criticar la
teoría o la hipótesis lo mejor que se pueda, esto es, se intenta refutarla a
través de las contrastaciones o controles más severos que se puedan diseñar. Si
la hipótesis o teoría resiste y sobrevive estos serios y rigurosos intentos de
refutación o falsación, ella es considerada como exitosa y aceptada
provisoriamente.
Según Popper, ninguna teoría puede ser considerada alguna vez como establecida o
verificada en forma concluyente y definitiva. Por otro lado, si la teoría es
refutada se buscan nuevas soluciones o conjeturas, esto es, nuevas hipótesis,
las cuales a su vez son criticadas, etc. En otras palabras, la ciencia es
posible y se desarrolla gracias al método de conjeturas y refutaciones.
La
diferencia fundamental entre el conocimiento común y aquel de carácter
científico consiste en que en éste último se intenta consciente y
planificadamente detectar nuestros errores con el fin de eliminarlos. Para Popper,
todo el conocimiento humano y las ciencias son conjeturas. Somos falibles y
nuestra ciencia también lo es. No hay certeza en el conocimiento humano. El
método de conjeturas y refutaciones, llamado también método crítico,
es el instrumento principal del crecimiento científico.
Bibliografía
Imre Lakatos, The Methodology of Scientific
Research Programmes, (Cambridge: Cambridge University Press, 1978) p.
103,Robert J.Ackermann,The Philosophy of Karl Popper (Amherst:
University of Massachusetts Press,1976) p. 1, Karl Popper “Die beiden
Grundprobleme der Erkenntnistheorie” (Los dosproblemas
fundamentales de la teoría del conocimiento). Logik der Forschung
(Tübingen: J.C.B. Mohr Verlag, 1979).
Subido por: Marvin Eduardo Juan Rodriguez